TIPOS DE SADHU

TIPOS DE SADHU

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Hay distintas doctrinas y órdenes, según la divinidad que centre su atención y otras costumbres. Algunos de los “tipos” de sadhus son:

 

Naga Sadhus:

Dicen que su origen se pierde en la noche de los tiempos y que ya existían en la prehistoria.

Desnudos y con el cuerpo embadurnado de vibhuti, o ceniza sagrada, los naga sadhus constituyen una de las sectas hindúes más curiosas y menos conocidas. Se dice que pasan la mayor parte de sus vidas en pleno Himalaya, donde viven al margen de la sociedad desde el momento en que deciden convertirse en ascetas.

 Suelen tener un aspecto agresivo e imponente. Destacan por su aspecto robusto, por ir prácticamente desnudos (eso significa “naga”) y sus barbas y melenas enmarañadas.  En origen eran guerreros que defendían a los hindúes de la invasión musulmana.

Algunos de ellos fueron entregados por sus padres a un gurú que, tras adoctrinarles y utilizarles como esclavos durante años, les permitió convertirse a su vez en maestros. Otros por sí mismos decidieron abandonar el mundo material y renacer en el espiritual. Tanto es así, que los hay que celebran su propio funeral y se deshacen de todos sus bienes y documentos. El Estado indio, que reconoce la muerte legal –aunque no física- de los sadhus, dejará en ese momento de considerarles ciudadanos de este mundo. Ha muerto un hombre y ha nacido un sadhu.
A partir de la conversión, el naga sadhu consagrará su existencia a adorar a Shiva, a meditar y a perfeccionarse como guerrero asceta. El celibato, más fácil de llevar gracias a las pipas de hachís que fuman continuamente, les servirá para concentrar su energía y buscar la ‘iluminación’. Para un naga sadhu, tener un hijo supondría una catástrofe, pues alargaría el ciclo de reencarnaciones del que quieren escapar.
Como buenos guerreros de Shiva, los naga se organizan en akharas, equivalentes a regimientos que siguen las órdenes de un jefe. En las celebraciones religiosas masivas -como el Kumbha Mela– se producen a veces verdaderas batallas campales entre sectas o facciones de sadhus, y es entonces cuando entran en acción las espadas, las lanzas o los tridentes que normalmente portan sólo como símbolos religiosos.
La organización dentro de la secta es extremadamente rígida y tiene forma piramidal, aunque han surgido escisiones en el seno de los naga que han dado lugar a nuevas sectas. Los aproximadamente 250.000 sadhus que tiene la secta Juna, por ejemplo, sólo prestan obediencia ciega a Soham Baba, su mahamandalesvara, o gran jefe, y son capaces de pelear hasta la muerte contra los seguidores de una secta rival.
«Es un mundo complejo, muy primitivo y poco conocido. Los naga siempre han despertado entre la gente una mezcla de fascinación y temor, y todavía hay quien piensa que efectivamente son muertos cuyo cuerpo está ocupado por el espíritu de Shiva y, como tales, hay que respetarlos», dice el antropólogo indio Anil Bhose.
Las historias sobre los sadhus centenarios que subsisten en los profundos bosques del Himalaya practicando el yoga y ayunando durante meses pueden ser sólo leyenda. Pero se sabe que el carácter guerrero de los nagas les llevó a plantar batalla a los musulmanes que invadieron la India en el siglo XII, y más tarde a los británicos. Con su empeño por mantenerse al margen de la sociedad y del mundo material, se diría que los naga sadhus están resistiéndose a perder la guerra contra una nueva invasión: la de la modernidad.

Dandis

 Son de origen brahman y grandes sabios. Se dedican a la meditación y conocen muy bien las escrituras. Suelen ir ataviados de un “danda”, un cayado de bambú del que no pueden separarse.

Aghoris
 A diferencia del resto de órdenes sadhus, los aghoris no evitan el contacto con todo lo considerado impuro, sino que lo han convertido en su razón de ser.
Los Aghori son una secta Hindú, que se ubican en la India, Nepal y Sudeste de Asia. Ellos sostienen que las personas que practican el canibalismo tienen poderes mágicos, vida eterna, y pueden relevar el dolor. Muchos hindúes los califican como “no hindúes” por tener rituales de canibalismo. Sin embargo, los Aghoris, a diferencia de otros grupos que practican el canibalismo, no matan humanos para comer, sino que comen carne humana de personas ya fallecidas. Por esto, a los Aghoris se los tilda de inofensivos.

El término sánscrito Aghora es la combinación entre dos palabras y tiene distintos significados: A es una negación; Ghora es la oscuridad de la ignorancia, pero también significa intenso, profundo. Aghora significa, por lo tanto, la luz, la ausencia de la oscuridad, la toma de conciencia, pero también simboliza un estilo de vida donde un discípulo de la tradición de Aghori no tiene sentimientos intensos o profundos, no hace diferencia entre los diversos sentimientos, parece ser indiferentes a las diversas historias de la vida.

Los Aghoris siguen a Lord Shiva y otros a Lord Kali (Kali es el nombre de su divina madre con quien se mantienen en contacto mediante rituales con cadáveres humanos, los cuales son tan sagrados como cualquier otra cosa en sus vidas) y sostienen que pueden parar el renacimiento humano en la tierra.

Los principios rectores para un sadhu son la renuncia y la disciplina. Han sacrificado toda su vida material, su familia, los placeres de la vida, para dedicarse por completo a la práctica de lo sagrado: el yoga y el control de su propio cuerpo, la meditación, rituales de distinto tipo, penitencias (en algunos casos de lo más excéntrico)…
Por eso el verdadero sadhu es considerado un hombre santo y despierta todo el respeto y la admiración en India, lo que permite que puedan vivir de la limosna.
No obstante, hay excepciones. A veces no son más que vagabundos o personas que malviven en la calle… y en algún caso es posible encontrar a quien encubre otro tipo de propósitos o prácticas bajo la apariencia de “sadhu”, como disfrazarse de atracción turística para conseguir unas rupias

Sadhvis: las mujeres santas de la India
Al contrario que muchos Sādhus, jóvenes y de sexo masculino, las
mujeres jóvenes y hermosas no suelen verse en comunidad. Cerca del
diez por ciento de los Sādhus son mujeres, llamadas sadhvis, pero la
mayor parte de ellas son de avanzada edad, pues se convirtien en sadhvis
después de enviudar.
Esto refleja la posición de la mujer, generalmente subordinada en la
sociedad india e incluso la posición más marginal aún de las viudas — la
creencia popular es que las mujeres tienen que nacer otra vez como
hombres antes de que puedan liberarse espiritualmente.
Sobhna Giri pertenece al Juna Akhara. Se incorporó a la vida de
Sādhu siendo aún una niña y comprometiendose de esta forma
para siempre con el celibato y otras prácticas ascéticas.
Sadhvis de Juna Akhara
Elegir la vida de Sādhu era — y es
todavía — casi la única manera
respetable de escapar a la “muerte en
vida” de la viudez.
Sin embargo, desde tiempos
inmemoriales siempre ha habido Sādhus
femeninas. Y, como los hombres,
algunas han elegido la vida de Sādhu en
sus adolescencias, convencidas como
estaban de su predestinación espiritual.
Muchas sectas no admiten a mujeres porque los célibes temen sus “influencias corruptoras”; algunas sectas son
mixtas, pero en ese caso las mujeres Sādhus viven en espacios separados; en algunas subsectas de menor
importancia todas son mujeres.
Aunque en términos generales su posición en la jerarquía espiritual es inferior a la de los hombres, ha habido siempre
grandes santas y las mujeres Sādhus se tratan con mucho respecto — por ejemplo se dirijen a ellas como “Mataji,”
“venerable madre”.
Mahadevi
Hace tiempo, las sadhvis
también vagaban desnudas.
Una famosa santa – y poetisa
– que vivió en el siglo XII,
vagaba cubierta únicamente
con sus largas trenzas.
Mahadevi (gran diosa) tal
como la llamaron, o Akka
(hermana mayor) se enamoró
de Śiva.
A losdiez años, la iniciaron en
la adoración de Śiva, que ella
llamaba “el Señor Blanco
como el jazmín”. Permaneció
vagando, como una mujer
salvaje, como una diosa
intoxicada, buscando por
todas partes su amante
divino.
La desnudez ritual debió haber sido rara en los días de Mahadevi,
pues provocaba atenciones incómodas de los hombres, que de vez
en cuando intentaban molestarla.
Pero la práctica no desapareción nunca completamente. Hace cien
años, el antropólogo John Omán se encontró con una Sadhvi
desnuda.
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