El pericardio o maestro corazón

El pericardio o maestro corazón

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Comparto con vosotros el extracto de un libro llamado «La vía oculta del aikido y las artes marciales» de Carmelo Ríos. Es un libro realmente interesante que recomiendo leer tanto a los amantes de las artes marciales como a los del mundo espiritual. 

En este caso, Carmelo habla del pericardio, «el corazón principal».

  
«El
pericardio actúa como un escudo protector y como un cedazo que filtra las
agresiones del mundo exterior, mentales, físicas y emocionales, asegurando así
el mantenimiento de la vida del Regente; es decir, del corazón. Muchas de las
expresiones populares que hacen referencia al órgano cardíaco, como tener el
corazón duro, de piedra, herido, roto, frío, caliente, grande, cerrado o
abierto, se refieren en realidad al pericardio que fisiológicamente adopta
todas esas formas o posibilidades con objeto de proteger el corazón. 
 Si
se considera al corazón como el emperador o el rey del ser humano, el
pericardio, literalmente es el chambelán o primer ministro encargado de
transmitir las órdenes al resto del cuerpo. Pero como si se tratara de un perro
guardián, cuando el pericardio está crónicamente cerrado o endurecido, es causa
de no pocos problemas de salud y psicológicos, ya que tampoco permite que nadie
o nada se nos acerque, o a lo peor, que salga al exterior lo mejor de nuestros
sentimientos, y cierra las puertas a una comunicación o interconexión
 energética con el mundo que nos rodea. 
 
En la medicina tradicional venida de Oriente, el pericardio está conectado con
todo el tejido interno del cuerpo humano, por lo cual, cuando está contractado,
esclerosado o endurecido, sobre todo por causas emocionales, afecta a las
funciones cardíacas, tanto físicas como psíquicas, al cuerpo astral (que
recordemos, se alimenta fundamentalmente de sentimientos y de emociones) y a
todo el organismo físico e incluso anatómico, incluyendo la respiración y
evidentemente a la relación de esta con el prana o ki. 
En
la práctica del buen aikido y otras artes marciales avanzadas, trabajan en
profundidad sobre el pericardio para liberar el estrés físico y emocional. Sin
duda, los grandes maestros del pasado hicieron por diferentes vías ese gran
descubrimiento, y por ello recomiendan a sus discípulos concentrarse durante la
práctica a la altura del pecho, incluso esgrimir o proyectar las manos o el
sable desde el corazón, como enseña Morihei Ueshiba. Mi maestro, Michael
Coquet, desde los tiempos más remotos, siempre me aconsejó esgrimir el sable
desde el centro del pecho y nunca desde el vientre, pues esa actitud de
presencia en el corazón eleva las energías háricas hacia arriba, al encuentro
de vibraciones mucho más sutiles y evolucionadas. Por otra parte, el simple
gesto de nuestras manos extendidas desde el corazón es altamente simbólico, de
una necesidad de expresar la naturaleza profunda de nuestra alma luminosa
o inmortal. 
 Los sheijs (maestros) sufíes
descubrieron que existía una misteriosa y oculta relación entre los ojos, las
manos y el corazón. En las antiguas y secretas escuelas de jiu-jitsu
tradicional se sabía que los grandes expertos en el arte eran capaces de ver en
la oscuridad con las palmas de las manos, y este es uno de los gestos
supervivientes de antiguas épocas que aparece en las artes marciales
superiores, cuando extendemos nuestras manos hacia el compañero de práctica. Es
muy revelador el hecho de que en las imágenes de los maestros de karate-do o de
aikido (ya ancianos) estos aparezcan con las manos abiertas y extendidas a la
altura del corazón y nunca con los puños cerrados».

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