24 Feb Parábola de la Ciudad Mágica, Buda.
Un grupo de viajeros se dirige a un lugar llamado Ratnadvipa (‘el Lugar de las Joyas’), y
han empleado a un guía para enseñarles el camino a través de la densa selva. Es un camino
difícil y peligroso. Mucho antes de llegar a su destino los viajeros están rendidos y dicen al
guía: ‘No podemos dar un paso más. Volvámonos.’ El guía piensa ‘Sería una lástima. Han
adelantado tanto ya. ¿Qué podría hacer para persuadirles a que sigan?’. El guía poseía
cierto tipo de poder mágico y hace aparecer una ciudad mágica. Entonces les dice a los
viajeros: ‘¡Mirad! Allá delante hay una ciudad. Descansémonos, comamos allí, y luego
decidiremos qué hacer.’ Los viajeros están contentísimos de parar y descansar. Comen y
pasan la noche en la ciudad mágica, y a la mañana siguiente se sienten mucho mejor y
deciden, después de todo, seguir su viaje. El guía hace desaparecer la ciudad mágica, y
conduce a los viajeros a su destino, el lugar de las joyas.
El significado de la parábola no resulta difícil de desentrañar, en el contexto del sutra. El
guía es el Buda, los viajeros son sus discípulos. El lugar de las joyas es la suprema Iluminación, y la ciudad mágica es el nirvana Hinayana – nirvana como el estado
comparativamente negativo, libre de pasiones y sin iluminación espiritual positiva.
En la parábola, el Buda habla primero del nirvana en el sentido psicológico corriente. Sólo
después de asimilar esta enseñanza, sólo después de descansar en la ciudad mágica, les
conduce a la meta superior espiritual de la Budeidad perfecta, el lugar de las joyas.
Se podría emplear esta misma parábola para describir el proceso de enseñar la meditación.
Cuando la gente comienza a aprender a meditar suele preguntar: ‘Cuál es la meta de la
meditación?’. No contestarías enseguida, ‘La meta de la meditación es ser como un Buda,’
porque es lo último que la mayoría desea. No se interesa en nada espiritual ni religioso;
sólo desea sosiego mental en su vida y trabajo cotidianos. Es realmente verdad que la
meditación da sosiego mental. Pero después de meditar algún tiempo algunos empiezan a
sentir sosiego y se preguntan ‘¿Eso es todo, o hay algo más en la meditación?’. Entonces
sería el momento apropiado de decir ‘Sí, hay algo más. El sosiego mental, en el sentido
psicológico corriente, no es la meta final de la meditación, sino una etapa intermedia. Más
allá existe una meta espiritual – la Iluminación, el conocimiento de la verdad, el
conocimiento de la Realidad – que en términos budistas se llama la Budeidad perfecta. En
este caso, el sosiego mental es la ciudad mágica donde el viajero se nutre y descansa antes
del largo viaje hasta la Iluminación.
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