31 Jul La humildad es relativa.
Cuando uno camina por el sendero de la
espiritualidad siempre termina encontrándose con la palabra humildad, con
personas que te dan lecciones a cerca de cómo ser humilde, y de lo importante
que es para avanzar y en algunos casos «no acumular karma».
Y todo esto es muy bonito y todo está muy
bien hasta que uno se da cuenta de que le están manipulando en base a este
concepto.
Ser humilde está bien pero no que nos tomen
por tontos y por otro lado, ¿hasta qué punto la gente actúa humildemente sólo
para agrandar su ego?
Hay personas que hacen obras de caridad o son
voluntarios para luego ir presumiendo delante de sus compañero: «¡Mira qué
buena persona soy!», otros para complacer a sus maestros espirituales, los
cuales están en sus casas frotándose las manos pensando en todo el dinero que
les has dado y otros, como los políticos, que pretenden que hagas cosas por
ellos sin pagarte un duro, como el tema del reciclaje: «Si reciclas, serás
un buen ciudadano», mientras que en los demás países europeos te pagan por
reciclar.
Hay que ser humilde, pero también tener un
mínimo de dignidad y amor propio, si tú te dejas manipular por los demás,
porque saben que estás trabajando tu humildad y el amor hacia los demás,
utilizarán esto a su favor. Y una cosa está clara, nadie ha de trabajar gratis
y las cosas siempre hay que hacerlas a cambio de otras. Los habrá que se lleven
las manos a la cabeza y digan «Sólo piensas en el dinero». Yo no he
hablado de dinero, sino de un intercambio, porque si este no se ejecuta, es
cuando empiezas a desmerecer tanto tu trabajo como tu propia persona.
Recuerdo un día hablando con un antiguo
alumno que me decía que la cultura debería ser gratis, refiriéndose a la venta
de libros, discos, etc, y entonces, yo como escritora, le pregunté ¿Entonces
yo, cómo me sustento si regalo mi trabajo? Si subvencionaran a los artistas
sería otra cosa, pero no es el caso. Y por otra parte, ¿Cómo recupero yo el
dinero gastado en mi carrera? Hay mucha gente que piensa que ser artista no es
un trabajo, creen que un trabajo es una labor que ha de ser tediosa, amarga, y
tener un jefe al cual odiar.
Por otro lado, el otro día vi un curso que
ofrecían en una federación para ser formador de monitores y convalidación de
títulos. Te formaban para que tú luego dieses los cursos en cuestión en tu
propio centro de trabajo, ofreciéndote ellos los títulos, siendo tú el
principal beneficiario de los ingresos que generen los cursos. (Osea, que algo
se quedan ellos, pero al ser una federación es lógico, de algo tendrán que sustentarse).
Esto me hizo pensar en la diferencia que hay con las asociaciones, en las que
tu pagas una cuota, ya sea mensual o anual, y con ese dinero se organizan
eventos u otros cursos etc. ¿Pero qué pasa cuando tú «humildemente»
estás dando dinero para formar parte de una asociación y lo que recibes es una
revista bianual y un descuento nimio en las escasas actividades que organizan?
Pues que te enfadas, porque te das cuenta de que son los mismos de siempre, los
que controlan el tinglado, los que «trincan la pasta», sin dar ni una
humilde aportación de esos beneficios a la asociación, todo va para ellos, y
muchas veces de manera fraudulenta, no porque engañen a sus clientes/alumnos,
etc, si no porque engañan a una cosa, que ahora parece que los políticos ni
siquiera han oído hablar de ella, ¡sí hombre, esa cosa que se llama hacienda!
¡Hacienda somos todos! Y a mí me da la risa.
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